Unos amigos quedaron en un bar y 
se hicieron todos juntos una fotografía en el espejo que estaba colgado en una de sus paredes, con la promesa de que cuando uno faltara, el resto se continuaría reuniendo en el mismo bar, y seguir retratándose.
 Hasta que llegó el día en que solo quedó uno, y justo después de que se hiciera su retrato, el espejo se desprendió de la pared cayendo al suelo, y rompiéndose en tantos pedazos como amigos fueron. 
Luego, recogió del suelo un fragmento de cristal, y se lo clavó en el cuello.